domingo, 3 de noviembre de 2013


DE LA MEMORIA: SOBRE ARTURO JARRÍN

1. DE LA URGENCIA
No había tiempo ya, era el bien que menos abundaba, allá, por los años ochenta del siglo anterior. Tras el triunfo de la Revolución Sandinista (1979) y los consecutivos éxitos del proceso salvadoreño, el futuro de construcción popular y socialista -para aquellos países y para la región-, estaba a la vuelta de la esquina. En aquel momento, la pregunta era la misma de siempre: ¿para cuándo, nosotros? A la par, sin embargo, la calaña del fascismo en la región exterminaba selectivamente a los mejores hijos de estas tierras. Alfaro Vive Carajo (AVC) nació de las urgencias de aquella época, cuando varias generaciones se hicieron presentes en un movimiento guerrillero: desde militantes con experiencia en la izquierda partidaria o radical hasta jóvenes impacientes con el régimen oligárquico del momento. Su mensaje fue construido en la inmediatez -nacida de la necesidad histórica- de la lucha: la “democracia en armas” configuraba, así, una propuesta posible junto a la justicia social, economía nacional independiente, soberanía nacional y la centenaria construcción de la Patria Grande.
Había urgencia. Acaso sobró descuido ante los adversarios, acaso faltó mayor contundencia teórica; pero con una sola vida a cuestas, vivida en la incertidumbre de la vida guerrillera, en Ecuador u otros países, y en el intento por llenar “un vacío político” de dirección revolucionaria, se proyectó construir sobre la marcha de los acontecimientos.

2. DEL MIEDO
En 1986, un octubre 26, innúmeros balazos impactaron en el cuerpo de Arturo Jarrín, líder de la joven guerrilla. Era ejecutado en un parque, al norte de Quito, tras haber sido capturado en Panamá y traído al Ecuador, luego de una implacable tortura consumada con la presencia, según se comenta, de León Febres Cordero y Jaime Nebot, dirigentes socialcristianos.
Los verdugos fascistas, con impiedad cirujana, torturaron y eliminaron sistemáticamente a la dirigencia y militancia de ‘los Alfaros’ (Fausto Basantes, Hammet Vásconez, Sayonara Sierra, Ricardo Merino,…). Mientras se regodeaban con su sangre, literalmente hablando, aquellos bastardos los borraban de la memoria de la gente a través del ejercicio combinado de la mentira y del miedo.

3. DEL DESAFÍO Y LAS PROMESAS
Un halo como reducto de pensamiento subversivo y marxista envolvía a la legendaria Escuela de Sociología de la Universidad Central, en Quito, que se incrementó tras el asesinato de Arturo Jarrín. A inicios de los ochenta, Arturo fue destacado alumno y dirigente de la Escuela, que abandonó para ejercer una práctica política más efectiva. ¡Tan lleno de las virtudes de la izquierda ecuatoriana y de las ganas de superar los defectos de la misma fue Arturo! ¡Tan repleto de urgencias, como muchos otros!… Una década después, vale recordar, la desaparición de la Unión Soviética, el triunfo del imperio sobre Nicaragua y Centroamérica, la multiplicada agresión sobre Cuba, los llamados al ‘fin de la Historia’ y la posmodernidad,…, configuraron un escenario de vergüenza y derrota para la izquierda mundial. Declararse ‘ser de izquierda’, sostener la organización popular o la batalla teórica marxista implicaba convertirse en una especie de paria de la Historia.
A pesar de ello, siempre es bueno desafiar la muerte y el olvido como lo hace la izquierda: con reverencia desde las entrañas de la Historia. Cuando el poder intentó borrar de la memoria colectiva la figura de Arturo, la Escuela le rindió un homenaje desafiante, profundo y austero: un aula de la Escuela lleva el nombre de Arturo Jarrín (otras dos, de Consuelo Benavides y René Pinto) y una placa, pequeña pero inmensa, retando a las nuevas generaciones de jóvenes sociólogos, recuerda aquello.
Una tumba, un monumento, una placa, para los militantes de izquierda, siempre es una combinación compleja de promesa y de dolor. Dolor lacerando en lo profundo del corazón y el pensamiento, y palabra comprometida de que aquella vida perdida nunca será jamás en vano. Todos, en su debido momento, en silencio profundo, en zozobra de tiempo y quizás de solitaria oscuridad, hemos fijado la mirada en aquellos objetos, y hemos sufrido mucho, pero también prometido promesas individuales que nos mantienen vivos y dan sentido a nuestros actos.
Cuando muchos escondieron la cara, aquella placa nos recordaba los treinta balazos sobre su cuerpo y, hoy, sigue siendo un desafiante homenaje al Comandante Arturo. También, a no dudarlo, es la invitación a una promesa que marcará alguna vida.

4. DEL PALIMPSESTO
Alguna vez, la pared fue blanca; luego, la fueron llenando de mensajes. Un día, esa pared rectangular se blanqueó nuevamente para dar paso a una frase, en azul intenso, que invitaba al poder popular. La Brigada Fausto Basantes, de AVC, había llegado a nuestro barrio. Hace más de veinticinco años de aquello. Después, con el acecho fascista de turno, el movimiento fue diezmado, y la pared comenzó a recibir sobre su piel otras frases, dibujos, manchas…, que sofocaron y borraron paulatinamente aquella roja consigna en azul. La prisa de los vecinos ya no se detuvo otra vez ante esa pared que fue olvidada en la historia del barrio. Mientras se iba descascarando, su base se lleno de hierbas y, junto, algo de basura la acompañó. Y así, durante más de dos décadas…
Los caminos de la memoria son extraños, y es un reto vital sostenerla contra el poder. Pero, quizás, de manera imperceptiblemente reverente, el pueblo cuida cosas, personas, mensajes,… En aquel mensaje original, en su extremo inferior izquierdo, se firmaba como ‘AVC’. Y aunque la pared recibiría decenas de dibujos, palabras, rayones, uno encima de otro, a través de algunos lustros, sorprende mirar todavía, para este 2013, aquellas porfiadas tres letras. ¿Por qué tan profundamente dilatada la permanencia de esas letras en aquella pared? ¿Por qué nadie las tocó, vulneró o borró? Y ¿por qué todavía nos acompañan, allí, con porfía, donde algún militante de AVC las rubricó hace tanto tiempo? Quizás era permitido pintar toda la pared pero nunca –impensable- vulnerar lo esencial de quien firmara el inicial mensaje. Acaso una fuerza simbólica tan llena de historia existe en el pueblo que, a pesar de los años, las generaciones y las sucesivas pintarrajeadas, respetó aquellas siglas. Tal vez, todo en la pared era borrable, vulnerable, efímero, menos ese trío de letras…


O, quizás, simplemente, la piel de aquella pared sea parte de la piel de la Historia que el pueblo ecuatoriano, a pesar de todos los ataques, respeta y recuerda…

6. DEL MÚSCULO SECRETO
Cuando esta semana (29-10-2013) la Asamblea Nacional del Ecuador condecoró post mórtem a Arturo Jarrín, los asambleístas socialcristianos y de la agrupación Madera de Guerrero abandonaron la sesión. Inaguantable hubiera sido su presencia en un homenaje así: el terrorismo de Estado ejercido durante el gobierno socialcristiano, y que cobró la vida de muchos luchadores sociales, entre ellos del mismo Arturo, está pendiente de ser juzgado.
Beatriz Jarrín asumió inmediatamente la trinchera de la lucha por la justicia ante el asesinato de su hijo, Arturo, y la sostuvo, durante más de dos décadas, junto a su familia y a familiares de otras víctimas, y a defensores de Derechos Humanos. Su cuerpo ya cansado por la edad, con mucho de valentía, mucho de indignación y amor infinito de madre, se revitalizaba cuando de denunciar se trató.   Imposible aquilatar el significado de una lucha de tal naturaleza, solo sé que es necesaria. Afectada fuertemente su salud (“estaba ya malita”), a pesar del dolor agudo de la injusticia, algo la sostenía en su lucha todo este tiempo. Con un hilo de vida aguantó y aguantó y aguantó hasta aquel martes 29 cuando, justo después de terminada la ceremonia para su hijo, se dejó ir…
(La historia de los familiares que luchan por justicia sobreponiéndose a su dolor cotidiano es todavía una deuda pendiente en el país).
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FINAL
No es permitido un cortejo fúnebre con las palabras. Tres décadas después, el legado de Arturo Jarrín y AVC sigue siendo la necesidad permanente de la revolución. Y el mejor homenaje, mantener su memoria viva.

Marcelo Medrano Hurtado

03-11-2013

6 comentarios:

  1. Chévere Marcelo; bacanos las plenas, las penas y los panas. Bacano amigo....
    Paul Witt..

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  2. Hermano, emocionantes y sentidos párrafos. El legado del Comandante Arturo está latente y sus demandas en aquellos tiempos, son necesidades urgentes y agenda pendiente en la actualidad. "Establecer un gobierno democrático, nacionalista y de beneficio popular, que desarrolle un amplio programa de reforma urbana... [...], y desarrolle una reforma agraria que resuelva los dos problemas fundamentales del agro ecuatoriano: la tierra y el trabajo" (tomado de Entrevista desde el Penal, julio 1984). Enrique Medina

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  3. Simon! El recuerdo esos tiempos... desde la C14 de mediados del 84, pasando por el doloroso 86, hasta la impresión de la ultima Montonera en el año 88. La entrega de armas del 92 y las brigadas de la Tola, las vi pero no las viví. Pero aún veo a los panas vivos y vivo con los que ya no viven...

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  5. Gracias Marcelo por refrescar la memoria de quienes tratan de olvidar y de ocultar... pero también de quienes requerimos estos trazos escritos con verdad y sentimiento, para vivir nuevamente y sentir que no estamos, que nunca estuvimos solos en los sueños.
    Sandra Martínez

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  6. Solo la memoria de los pueblos y su verdadera historia puede mantener realmente latente otra forma de ver el futuro y sobre todo de construirlo, ya es hora de escribir esa "otra" historia. Linda manera de recordar Marcelo, gracias.

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